viernes, febrero 03, 2012

De la indignación a la rebelión


Mundo Obrero/ febrero 2012
De mes en mes.

Al cierre de este número de Mundo Obrero están reunidas en Davos las personas más influyentes del planeta -no es casual que sean los representantes del mundo capitalista en crisis-, dicen que para potenciar el crecimiento y para resolver los  problemas de la crisis. Y la pregunta es obligada: ¿los problemas de quién? ¿acaso de las poblaciones de los países? No parece que ese sea su interés, puesto que la vista sigue puesta en los mercados y en la solución de la deuda que los gobiernos deben a los especuladores y los bancos, vamos los llamados mercados, esos entes sin rostro ni entidad física que gobiernan las economías del mundo en contra de los intereses de la humanidad.

Los trabajadores y los ciudadanos no esperamos mucho de esta panda. En otras cumbres ya nos han deslumbrado con grandes declaraciones de no menos grandes objetivos que se han quedado en una mera declaración altisonante para la galería. Así, desde el vamos a refundar el capitalismo de Sarkozy a las de estos días de relanzar la economía y el crecimiento, han pasado millones de parados, aumento de los pobres del mundo, millones de millones de euros trasmutados hacia las arcas de especuladores y banqueros y este robo se realiza con la complicidad de los gobiernos. Pues para los ciudadanos quisiéramos las facilidades que el Banco Central Europeo da a la banca: esto es dinero al 1% para que ésta compre deuda a los gobiernos al 3%. En estas condiciones los hipotecados pueden renegociar sus hipotecas y evitar los desahucios, que según la Plataforma de apoyo a los hipotecados se prevén en mas de 600.000 en los próximos meses. Pero esto, junto al desempleo, es uno de los dramas sociales que los neoliberales y social liberales no están dispuestos a solucionar, puesto que es tocar la “sensibilidad” de sus amigos los banqueros.

Los datos del paro del año 2011, según la EPA, demuestran lo   erróneo de las políticas neoliberales que siguen las recetas del FMI y de las propuesta de la patronal retrograda y reaccionaria. 2011 se cerró con la cifra récord de 5.273.600 personas desempleadas. Durante 2011 se destruyeron más de 600.000 puestos de trabajo, más del doble que en 2010. El paro alcanza el 22, 85%. Uno de cada cuatro puestos de trabajo destruidos en el cuarto trimestre de 2011 en el sector público. La tasa de desempleo entre los y las jóvenes de hasta 30 años se acerca al 50% (48,5%).

Se ha roto la barrera de los cinco millones de parados/as, más de 1.500.000 hogares tienen todos sus miembros en desempleo y sin ningún tipo de ingresos, los subsidios y prestaciones se agotan, la pobreza y la miseria llega a las clases medias, en definitiva se agranda la brecha social entre pobres y rico, además de abrirse otras nuevas entre las clases sociales europeas y españolas. La movilizaciones de repulsa y en respuesta a esta situación son aun incipientes, la rebeldía no debe de tardar de mostrarse porque si no es así, el empobrecimiento de la humanidad llegará a limites irresolubles.
Y siguen sin caer del burro. Los economistas y las fuerzas sociales y políticas de izquierdas lo llevan diciendo hace mucho tiempo: con recortes no se sale de la crisis, hay que ir a buscar el dinero donde está, en las grandes fortunas, en los rendimientos del capital y en la banca canalla y usurera. Esa banca que además de generar la crisis se está convirtiendo en el mayor problema del siglo XXI para el futuro de la humanidad.

Europa debate su futuro, los cambios propuestos en los tratados no tienen el objetivo de facilitar la vida a los ciudadanos de la Unión, sino cómo mantener un euro moribundo y una política económica fracasada y que no da respuesta a las necesidades de las poblaciones como son el empleo, la vivienda, la protección social y unas condiciones de vida dignas. Más bien parece la gestión de un gran consejo de administración de una Europa-empresa, o en el peor de los casos un banco.
Pero lo peor es que la mayoría de las poblaciones han asumido esta farsa de la solución a la crisis, de la necesidad de los sacrificios que siempre los hacemos los mismos: la clase trabajadora y la mayoría social, mientras las clases pudiente se van de rositas -en España gobierne el PP o el PSOE- y no se les aplica de forma corresponsable con el mismo esfuerzo que se les pide al resto de la sociedad.

El cierre de este número se ha presentado movido y tanto el tema de la cumbre de Davos, los datos de desempleo como el acuerdo de la patronal y los sindicatos sobre los salarios y la negociación colectiva los abordaremos con más profundidad en el próximo número. En todo caso avanzamos alguna opinión sobre el acuerdo patronal-sindicatos: el recorte de los salarios no es una solución que vaya a mejorar nuestra economía, puesto que va en sentido contrario de generar un revulsivo al consumo y por tanto al empleo, en todo caso, un alivio para la patronal para mantener su nivel de beneficios.

Nos hemos indignado, hemos visto que con indignarse no basta, hay que rebelarse puesto que es la primera toma de conciencia del compromiso con el cambio. Pero no basta, esta situación necesita un giro o revolución (ah bonita palabra, debe pasar de ser el nombre de una hipoteca a un estado de animo de la sociedad frente al capitalismo). El diccionario de la RAE dice que revolución es: Acción y efecto de revolver o revolverse.  Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.  Inquietud, alboroto, sedición. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa. Todas estas afecciones tienen vigencia en el estado de ánimo en el que se encuentra la clase trabajadora que no aguanta mucho más y a la que hay que encontrar el camino de salida, y ese no puede estar dirigido por los actuales gestores de la crisis. La explosión social -cuando se dé- no puede ser favorable al fascismo, debemos evitarlo y para ello los comunistas y la izquierda tenemos que resituarnos en tiempo real, en la nueva realidad que nos reclama la mayoría social. Hay que repensar los discursos y las propuestas en el contexto de la profundidad de la crisis y de la incompetencia de los gobiernos, mirar a Europa a los ojos y decirle: así no.

Una de las cuestiones a abordar debe ser la importancia que adquiere la información y la comunicación. Esa batalla también la van ganado la iglesia y la derecha política y económica, así que es para nosotros una prioridad si queremos inclinar la actual situación de la lucha de clases.

El PCE se ha puesto manos a la obra, ha convocado una conferencia política para el mes de junio de este año. Vamos a actualizar nuestro compromiso con la clase trabajadora para plantear la batalla ideológica y política al neoliberalismo en la actual lucha de clases.

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