jueves, septiembre 01, 2016

La crisis de régimen convertida en crisis de gobernabilidad.

De mes en mes/marzo 2016
Mundo Obrero

En cuatro días el Congreso de los Diputados ha dicho no dos veces al pacto PSOE y Ciudadanos para investir a Pedro Sánchez presidente del Gobierno. Un pacto que ha tenido a movimientos sociales en contra, en la medida que no reflejaba las cuestiones objeto de reivindicación de éstos y que en muchos aspectos era una regresión a lo existente en la actualidad. Ha tenido en contra a los partidos a la izquierda del PSOE (a los partidos que se reclaman del cambio) y al resto de la cámara.

Pedro Sánchez se ha presentado a sabiendas de que no obtendría los apoyos necesarios, pero durante unas semanas sería el centro de atención y que todos hablarían de él y del PSOE como partido responsable frente a un Rajoy y un PP que se hace insumiso de sus obligaciones como partido más votado. Sánchez con esta acción abre el plazo para la consecución de los apoyos con la amenaza de la convocatoria de elecciones generales en (el día 26) junio.

Tras semanas de negociaciones el PSOE se ha decantado por el centro derecha frente a un acuerdo de progreso, un acuerdo que en la misma sesión de investidura se demostró que podía tener más apoyo que el de la mesa a cuatro. Una sesión de investidura que tuvo sus momentos altisonantes y que han dejado alguna dificultad más a las ya expresadas en el proceso. Ahora la pregunta es: ¿dará un giro copernicano el PSOE y retomará las negociaciones en la mesa a cuatro? ¿Romperá el acuerdo con Ciudadanos o lo seguirá manteniendo en una nueva ronda de negociación con la izquierda?

Aunque la respuesta la iremos viendo en los próximos días, todo apunta a unas nuevas elecciones, como declaró Alberto Garzón sobre la sesión de investidura que se parecía más a un acto electoral que a un acto en el Parlamento. Parece que toda la maquinaria electoral está en marcha y el Parlamento es un buen lugar donde iniciarla. 
El debate de investidura ha puesto de manifiesto las tensiones entre los sectores que representan a la oligarquía y el arrinconamiento de Rajoy más allá de su partido. El proceso de refundación puesto en marcha por las oligarquías no cuentan con Rajoy y con este PP, Rivera se ha convertido en el portavoz del poder, lo que demuestra la capacidad de adaptación para seguir manteniendo la tasa de beneficio.

La mayoría social de este país quiere un cambio y desde ese anhelo social, a pesar de todas las incertidumbres, está trabajando UP-IU y sus diputados. El acierto de proponer la mesa a cuatro descolocó tanto a PSOE como a Podemos y situó en el centro de la acción a Unidad Popular-IU y a Alberto Garzón. Una mesa a cuatro que según parece va a dar mucho juego en los próximos días y que esperemos que la ciudadanía sepa compensar como se merece el trabajo de los diputados y de la organización. Ahí se sitúa el marco real de la política en sentarse a hablar y buscar puntos de acuerdo pensando en la mayoría social que sufre la crisis, en identificar los puntos de desacuerdo y buscar también la gestión de la diferencia y no a través de Twitter, como ha dicho Julio Anguita.

No creo que haya nadie que a ciencia cierta sepa lo que va a suceder. Hay apuestas para ver si se convocan elecciones. En todo caso, desde la posición que hoy mantenemos no hay que bajar la guardia, al 26 de junio faltan cuatro meses. Dos de ellos estaremos deshojando la margarita del próximo gobierno y, si no lo hay, los otros dos en dura campaña en todos sus términos. O sea cuatro meses de dinámica electoralista.

En este marco, la prioridad es trabajar para organizar a la mayoría social en torno a la propuesta de un nuevo país, de un proceso constituyente para una nueva constitución. Organizar a las y los que sufren la crisis y en apoyar a los movimientos y colectivos que luchan contra las políticas de recortes de derechos y libertades. Hay que fortalecer a Unidad Popular y hacer valer su programa de transformación con el objetivo de mantener la ilusión con el proyecto de personas y colectivos que se sumaron al llamamiento de un espacio de confluencia desde la izquierda.

Como hemos dicho, el 20D ha dejado una situación nueva y excepcional, si se quiere, donde la inteligencia política juega un papel primordial más allá de la posiciones pasionales. Los ciudadanos reclaman de forma mayoritaria y plural que no gobierne la derecha, que no gobierne Rajoy. Alberto ha convocado la mesa a cuatro para volver a explorar un acuerdo de las fuerzas que se reclaman del cambio, una vez fracasada la aventura de Sánchez con Ciudadanos, con la nueva derecha. Veremos cuáles son las posiciones del resto de partidos en esta nueva fase y si se concreta en la voluntad de acuerdo y en su caso vamos camino de unas nuevas elecciones.

¿Y ahora qué? Difícil la respuesta a esta pregunta. Pero desde nuestro punto de vista, desde nuestros objetivos que no son otros que los de las clases populares, hay que seguir pensando en la mayoría social que sufre la crisis, y a diferencia de otros actores políticos, por encima de posiciones interiorizadas y partidarias, somos diferentes, somos necesarios y necesarias, trabajemos para ello.

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